jueves, 17 de mayo de 2012

AFRODITA 44

20 AÑOS



 
Dice la letra del famoso tango de Gardel que 20 años no es nada, pero cuando empiezan a desgranarse de 20 en 20 en la memoria, la sensación de futuro comienza a adelgazarse con una precisión de cuentagotas, y los recuerdos comienzan a hacinarse y a fantasear en el impreciso desván de la reminiscencia, conviviendo en él con demasiadas cosas vanas, inservibles y descoloridas; desván al que todavía se retorna, sí, pero con la frente marchita y plateada la sien.

¿Recuerdan qué acontecimientos ocurrían en Cáceres hace 20 años? Después de demasiado tiempo respirando en su provincianismo secular, a mediados de los años 80 del siglo XX, esta ciudad comenzaba a vivir de otra manera y se llenaba de gentes con ganas de latir y de sentir de otra manera que el tiempo transitaba por sus venas. Hace ahora 20 mayos, por ejemplo, en aquel 1992 que puso a España con mayúsculas en los mapas, para bien y para mal, comenzaba en la ciudad de Cáceres el Festival Womad, que llenó las calles y las plazas de su parte antigua de música y ritmos de los más diversos países del mundo, impregnando de colorido la grisácea epidermis de sus piedras, habitándose de palabras nuevas y miradas diferentes. Unos años antes, el 25 de noviembre de 1986, la Comisión de Patrimonio de la Unesco reunida en París incluyó a Cáceres en su lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad, lo que, sin duda, contribuyó a la transformación de la ciudad y a su consideración y prestigio. Bullía por entonces una ciudad que buscaba inventarse desde su periferia, que demandaba su personalidad, atraer las miradas, respirar, existir. Igual que el poeta busca su propia voz, la ciudad buscaba también su identidad para salir de un letargo de siglos encerrada en las murallas de su propio inmovilismo.

También hace 20 mayos ocurrió el acontecimiento deportivo más importante de esta ciudad: el día 10 de mayo de 1992 el Cáceres CB ganaba al Prohaci Mallorca y subía a la ACB de baloncesto. Este acontecimiento hizo salir a las calles una marea humana que llenó la Plaza Mayor de gritos y vivas al equipo verdinegro y a su entrenador, Martín Fariñas. De “Una canasta para la historia” catalogaron los titulares de prensa aquella de Jordi Freixanet que, en el último segundo, y con un marcador en contra de 78-79 en el cuarto partido de la serie de playoffs, anota, proporcionando al equipo cacereño la victoria por 80-79 y el ascenso a la máxima categoría del baloncesto español, en la que permanecería durante once años, hasta la temporada 2002 – 2003, que descendió de manera directa a la competición LEB.

Estamos en ello de nuevo, y dimos un paso de gigante para volver a conseguirlo el pasado martes, cuando se eliminó al Burgos en estos nuevos playoffs de ascenso. Aunque las circunstancias no son las mismas; ni las económicas ni las políticas. Puede que la última canasta nos vuelva a proporcionar otro respiro, pero lo que es incuestionable es que los tiempos cambian, y no siempre para mejor, y esta ciudad ha perdido parte de aquel brillo y aquel espíritu de búsqueda de novedades y acontecimientos, aquel brío y aquella osadía para reivindicar y reinventar su presente en todos los ámbitos, no sólo en el deportivo, sino en el cultural y lúdico, en el de la convivencia y la tolerancia, en una dialéctica con el bullicio de la noche y con sus propios fantasmas.