Árchez es una
pequeña localidad ubicada en el interior de la Axarquía en la que se hace
patente la herencia árabe. No en vano este pueblo es uno de los que componen la
denominada Ruta Mudéjar, junto a otros como Arenas, Canillas de Aceituno,
Salares y Sedella, que guardan todavía ejemplos de arquitectura mudéjar, no
sólo en su trazado urbanístico, sino también y, sobre todo, en los alminares que aún
se conservan adosados a iglesias cristianas y que fueron construcciones realizadas
entre los siglos X y XIV por aquellos que vivieron en estas tierras el tiempo suficiente para conocerlas y amarlas.
Los pueblos
que forman parte de esta ruta mudéjar están situados en las faldas del Parque
Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama y desde ellos puede
contemplarse la cima desnuda del Pico de la Maroma, el punto más alto de la
provincia de Málaga.
Árchez es uno
de los pueblos más pequeños de esta comarca malagueña que se asienta en el
valle del río Sayalonga o Algarrobo, y es considerado como la Joya Merinita del
siglo XII.
El alminar
mudéjar de Árchez es hoy la torre campanario de la iglesia de la localidad, pero
en tiempos lo fue de una antigua mezquita almohade del siglo XIV, de la que
sólo se conserva en la actualidad este
alminar de ladrillo rojo y de estructura cuadrada de unos 15 metros de altura,
cuya decoración está realizada a base de rombos vegetales y abstractos, y que
fue declarado Monumento Histórico-Artístico del Patrimonio Nacional en el año
1979 y está considerado como uno de los mejores ejemplos de arquitectura
almohade que se conservan.
A la salida de
Árchez, dirección Salares, se encuentra el bar restaurante denominado “El Curro”,
donde se pueden degustar carnes asadas preparadas en las brasas por cocinera
argentina: parrilladas, costillas de ternera o cerdo, chorizos criollos, morcillas,
etc. El lugar es cómodo y está bien situado para hacer un alto en el recorrido,
reponer fuerzas, conversar una botella de vino y admirar el paisaje de esta
serranía bajo la sombra de un hermoso pino y embriagados por una suave brisa que mezcla sabiamente la serranía con el salitre.