Si fuera de origen anglosajón esta palabra posiblemente estaría ya admitida por el Diccionario de la Lengua Española, pero su origen francés la ha dejado un poco abandonada a su suerte. Con la rentrée parece que las cosas vuelven a sus cauces reglamentarios, a los estereotipos habituales después del paréntesis veraniego, que nos dispersa (ahora menos, o menos lejos) por la geografía del mundo. Con ella nos referimos a la vuelta o el regreso, o la apertura o reapertura de algo; por ejemplo, del curso escolar, que tantos problemas está dando como consecuencia de los recortes que, en este y en otros sectores, no dejan de multiplicarse y se anuncia que lo seguirán haciendo para contentar a avarientos e insaciables mercados que parecen no entender que con menos posibilidades económicas de la ciudadanía hay menos consumo; a menos consumo, menos ventas, claro, y a menos ventas, más problemas para aquellos que producen y no dan salida a sus productos. Las paradojas del capitalismo y la repetida historia de la estupidez humana, que es capaz de tropezar en las mismas piedras una y otra vez, lo que me lleva a preguntarme sobre la naturaleza y el sentido de nuestra capacidad de aprendizaje.
Para muchos el año comienza en septiembre (con o sin exámenes), a pesar de que la convención lo ha situado el noveno del calendario, y con él vuelven otra vez los buenos propósitos y las ganas de aprender o de coleccionar algo inducidos por la publicidad televisiva, que no deja de lanzarnos fascículos de todo tipo, ya sean colecciones de lo más variopinto, desde dedales a escarabajos, minerales o soldaditos de plomo, o cursos de idiomas que se abandonan a las pocas semanas de su inicio. Septiembre, que debería ser el mes de la calma y el sosiego pasados los rigores estivales, se convierte en el mes de las urgencias, del regreso a los ruidos, a los atascos y a las prisas (si alguna vez se abandonaron). Las ciudades vuelven a recuperar el pulso del stress, del apresuramiento y la impaciencia, que parece que son las señas de identidad que las hacen ser lo que son.
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