A veces da la impresión de que las cosas y sus
imágenes, más que las palabras o las personas, nos muestran con claridad una
situación o un estado de cosas. Porque ellas, sobre todo las que son producto
de nuestras acciones, son, en definitiva, el efecto de nuestro proceder y nos revelan
nuestros aciertos y nuestros errores, y aunque no soy siempre partidario de que
una imagen valga más que mil palabras, las goteras del Congreso de los
Diputados pueden considerarse una metáfora bastante apropiada de la realidad
política en España, que hace aguas.
Si, además, las obras del techo del Congreso de los
Diputados han costado la friolera de 4.410.000 euros, obra concedida a la
empresa constructora Dragados (boe.es/boe/días/2012/), y se han tapado los
históricos agujeros de bala del 23-F, el resultado final no deja de parecernos
una chapuza muy, muy cara, dados los tiempos que corren y los sacrificios que,
por otra parte, se están continuamente demandando a la ciudadanía.
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