Con la eñe, qué revuelo se ha montado,
pues se ha oído que la quieren jubilar.
Mas, ¿qué haremos entonces sin soñar,
sin niñez, sin riñones y sin años?
¿Cómo haremos, sin tener ni una señal,
para andar por las calles y orientarnos?
Sin leña no podremos calentarnos,
y sin uñas ni meñiques, ¿qué será
de los pies?, ¿qué será de nuestras manos?
Estreñidos no habrá: será estupendo;
ni muñones, ni risas, ni arañazos.
Aunque haya agua, no podremos bañarnos,
y ya no habrá montañas ni viñedos,
ni podremos diñarla, aunque muramos.
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