martes, 1 de septiembre de 2009

EVOCAR LA BARBARIE

EVOCAR LA BARBARIE


Cuando el 1 de septiembre de 1939 el buque de guerra alemán Schleswig-Holstein disparó contra la base militar de Westerplatte, en las afueras de la antigua ciudad libre polaca de Danzig, hoy Gdansk, se inició el episodio más cruel, más sangriento y más sombrío de nuestra historia reciente.
Hoy se cumplen 70 años del inicio de esa violencia y de los horrores que trajo consigo, los más pavorosos jamás vividos o, al menos, jamás recordados en la historia de la humanidad. Millones de muertos exhuman nuestra memoria colectiva para que la evocación de aquella atrocidad agite nuestra existencia y nos ayude a tener claro cuáles son los valores que debemos buscar y a no descuidar su cultivo, ya que su conservación depende del interés y de las energías que pongamos en su mantenimiento. Porque, aunque parezca lo contrario, los valores no son un regalo del azar o un don de divinidades generosas y benévolas sino un logro conseguido a través de la reflexión, del conocimiento y del esfuerzo de hombres y mujeres de todos los tiempos que empeñaron su voluntad y su inteligencia al servicio de esta tarea.
Desenterrar el horror no debe servir para la complacencia de los vencedores y escarnio de los vencidos sino para una profunda meditación sobre nuestros actos con el fin de no repetir aquellos que no arrojan sino sombra y espanto sobre nuestra condición humana.
Evocar la barbarie debe servir para reafirmar nuestras convicciones de que el único futuro que merece la pena pasa por el camino de la paz y del entendimiento entre los pueblos, de que ningún conflicto bélico es necesario y de que toda declaración de guerra no es sino un síntoma de la decadencia de nuestra humanidad y una vuelta a la animalidad más primitiva y, por lo tanto, un fracaso de nuestra lucidez.

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