lunes, 8 de marzo de 2010

MUJER TRABAJADORA


Cuando algunos de mis alumnos me decían que la mujer tenía la culpa de que hubiera tanto paro (igual que hoy algunos culpan a los emigrantes de la falta de curro, no a los bancos ni a los grupos financieros, ni a los grandes monopolios empresariales, ni a la avaricia desmedida de los especuladores y de los inversores), yo les planteaba algunas sencillas cuestiones que ellos fácilmente contestaban. Por ejemplo, si les preguntaba quiénes se ocupaba de las tareas de la casa (lavar, planchar, zurcir, fregar, comprar los alimentos, cocinar,…), rápidamente contestaban que las mujeres; si les preguntaba quiénes se encargaban de cuidar a los niños, la respuesta era la misma; si insistía y les preguntaba por la persona que se hacía cargo de los abuelos, de los enfermos (no sólo de los coyunturales, sino también de los crónicos), de alguna persona en casa con minusvalía (física o psíquica), la respuesta era invariablemente idéntica: las mujeres.
Dábamos después un paso más en la argumentación. Cuando las mujeres empiezan a realizar tareas fuera de casa, es evidente que muchas de las que realizaban dentro tienen que dejar de hacerlas. Surgen entonces nuevas necesiades en nuestra sociedad: se crean guarderías, residencias de ancianos, asistentes sociales, negocios de planchado y lavado, centros de educación especial, negocios de comida para llevar,… lo que parece poner de manifiesto que, más bien, la incorporación de la mujer al mundo del trabajo fuera de casa propició el que surgieran multitud puestos de trabajo que tradicionalmente habían sido realizados, sin remuneración y sin reconocimiento de ningún tipo, por las mismas personas.
Visto así, me decían. ¿Y de qué otro modo podemos o debemos verlo?

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