martes, 31 de agosto de 2010

APOLOGÍA DEL BLOG


Hace poco más de un año, el 24 de agosto de 2009, que me inicié en el mundo del ciberespacio. Algunos amigos, como siempre, me animaron a ello, y una vez superados miedos, timidez, escrúpulos, prejuicios y algunos escollos más, decidí por fin ingresar en una realidad que conocía escasamente y en la que navegaba con dificultad y recelos.
Lo que en principio eran dudas, aprensiones y temores se ha convertido en una tarea casi inevitable de mi actividad cotidiana. El blog me permite crear a mi propio ritmo, publicar (o ciberpublicar, o lo que quiera que sea o se diga) cuando lo estime oportuno o me parezca que tengo el material adecuado (o no); me permite retocar algún error, modificar algún punto de vista y enviar mis opiniones y mis creaciones no sé a dónde ni a quiénes pero, al menos, no se apolillan en papeles y cuadernos ocultos en cajones sin ninguna otra tarea que dejar que el tiempo pase, acartone y arrugue su frescura o su desaliento.
Así como en el libro importa la permanencia, en el blog prima el instante, la mutabilidad, la precariedad de lo que está continuamente haciéndose. En ese sentido es más parecido a la propia vida, que se reinventa cada día, evoluciona, cambia, retoca su propio caminar, se arrepiente, duda, está siempre en precario y nunca da nada por terminado, salvo que la muerte venga a trocar ese tumulto para convertirlo en silencio y olvido.

viernes, 27 de agosto de 2010

VISTA NOCTURNA DEL CASTILLO DE CARAVACA


CARAVACA DE LA CRUZ

De Caravaca de la Cruz impresiona el Real Alcázar construido sobre la colina que domina el valle. En su interior está la Basílica de la Vera Cruz, que alberga, al parecer, la reliquia que la ha catalogado como Ciudad Santa de la cristiandad, junto a Jerusalem, Roma, Santiago de Compostela, Asís y Camaleño, en Cantabria, que en su Monasterio de Santo Toribio de Liébana cobija lo que la tradición católica considera el mayor trozo de la cruz de Jesucristo.
En torno al cerro del Castillo está situado el barrio más antiguo, con la estructura irregular y desordenada de estas construcciones de laberínticas y empinadas callejuelas que se entrecruzan, callejones sin salida y pequeños restos de lo que alguna vez fuera un recinto amurallado.
De la parte nueva destaca su arteria principal, la Gran Vía, desde la que podría verse perfectamente el Castillo y la Basílica si no fuera por algunos atropellos urbanísticos que merman considerablemente esta perspectiva.
La cruz que le da nombre a la localidad de Caravaca se encuentra presente por todas partes, tanto ubicada en la muralla del castillo (de grandes proporciones), como distribuida por tiendas y comercios de recuerdos, no en vano la pretendida reliquia es el anzuelo turístico que atrae hasta esta localidad a miles de visitantes, máxime en este año santo en el que aquí también se adquieren las indulgencias que lo dejan a uno limpio de polvo y paja (con perdón).
En esta localidad, ya entrada la noche, se nos unieron Félix Rodríguez Lozano y su hijo Alberto, amigos que venían desde Zamora. Cenamos en Paladar, un restaurante de apertura reciente y buena cocina y, ya tarde, y puesto que la lluvia daba un respiro, recorrimos en el silencio de la noche el barrio viejo de la ciudad (echamos de menos a José Luis Bernal, que no ha podido venir con nosotros esta vez), subiendo hasta el Castillo, desde donde saboreamos una estupenda panorámica nocturna que completamos al día siguiente muy temprano entrando en el Castillo, en cuyo amplio recinto se encuentra ubicada la Basílica de la Vera Cruz.
Junto a la escultura en la base de la fortaleza que representa a los “caballos del vino”, se nos informó del recorrido de los mismos, un trayecto pequeño pero muy empinado que suben los caballos enjaezados con sus atalajes y guiados por los mozos hasta la explanada junto a la puerta del Alcázar en las fiestas que se celebran a primeros de mayo en la localidad.
Sin tiempo apenas para nada más (son etapas contrarreloj), nos quedamos con las ganas de visitar el Museo que el escultor José Carrilero tiene en la localidad, donde nació, pero Calasparra y Cehegín nos esperaban en el horizonte de un que iba a ser una larga jornada y la mañana avanzaba con terquedad y firmeza, ajena a nuestras voluntades.

jueves, 26 de agosto de 2010

CALLE DE CEHEGÍN


CEHEGÍN


Cehegín es un pueblo situado a unos 20 kilómetros de Caravaca de la Cruz, en el noroeste de la provincia de Murcia. Plantado sobre un cerro, como su vecina Caravaca, abarca desde sus miradores, de excelentes vistas, el valle sobre el que se encarama.
Aunque están bien indicadas las casas y los lugares emblemáticos de este municipio, nada más salir de su parte más moderna y acceder a las calles empinadas y estrechas del núcleo originario de la población, se ve y se huele su desaliño, al menos exteriormente. Apenas se conserva un pequeño resto de muralla árabe y es evidente el deterioro y el abandono del interesante patrimonio arquitectónico que posee esta localidad.
A raíz de lo que se contempla, en plena siesta y vigilados por las miradas atónitas de algún que otro viejo sentado a la frescura de la sombra y de algún alunado que hablaba a los gatos, es difícil dejar de preguntarse quién gobierna en este pueblo murciano, quién o quiénes son los responsables del estado de desidia en el que se encuentra su casco viejo, al que si no se pone pronto remedio, la carcoma del tiempo y la negligencia y apatía de los responsables, serán la causa de la pérdida más que probable del acervo urbanístico que conserva todavía Cehegín.

miércoles, 25 de agosto de 2010

CALASPARRA

En la visita al Museo del Arroz de Calasparra, en el que se exhiben utensilios y herramientas de oficios ya desaparecidos o que han evolucionada hacia formas más modernas de producción, nos encontramos con un guía que no sólo nos mostraba lo que veíamos, sino que hacía un recorrido crítico por la historia del pueblo, sus antiguos caciques y sus tradiciones y anécdotas. Nos gustó la visita y, sobre todo, la forma en que se realizó. Por ello no me resisto a improvisar unas letras que recuerden la visita realizada.

De Calasparra, viajero,
no dejes de visitar
el museo donde se expone
lo que da la identidad
a esta comarca murciana,
que tiene en el arrozal
su pasado y su futuro
regados por el caudal
de las aguas del Segura,
de seguro manantial.
Del museo y sus objetos
y algo de historia local
nos explica Juan García,
su guía espiritual,
con el lápiz en las manos
para poder señalar
puntos en la geografía
de importancia capital
para el turismo, la industria
o para el calmo mirar.

También contó Juan García algunas anécdotas, como la que hace referencia al día en que se convocó a la población para inaugurar la luz artificial en el pueblo y cuando se procedió al encendido y los vecinos contemplaron aquella luminosidad en mitad de la noche, huyeron despavoridos a los campos próximos, buscando las seguridad habitual de las sombras. También nos informó de que se ha descubierto que en la zona existe algo parecido a una inmensa bolsa de agua subterránea que puede abastecer a la zona, según los técnicos, teniendo en cuenta incluso el incremento de población, casi hasta el año tres mil. De confirmarse este hallazgo, sin duda sería una buena noticia para una zona que, sistemáticamente, se está quejando de la falta de agua. Dadas las posibles dimensiones del hallazgo a lo mejor tienen que ser ellos en el futuro los que trasvasen el líquido elemento a otras regiones más necesitadas.

jueves, 19 de agosto de 2010

VIOLENCIA


RIPIOS A UNA TRANSFORMACIÓN

Muchas veces he pensado
que los coches tienen algo
que nos transforma el carácter
y nos permuta en un verbo
de pacíficos paisanos
a violentos guerrilleros.

Qué trabajo le costó
al doctor Jekyll hacer
una pócima especial
para transmutarse él
en un Hyde rudo y bestial,
cuando es tan fácil lograr
hoy esta deformación:
sentarse frente a un volante,
pisar acelerador,
y Jekyll ya es mister Hyde
embrutecido y faltón.

DE HOMO HABILIS A HOMO CHASIS


Que el hombre fuera definido como un ser técnico no ha sido por casualidad, ya que la técnica, para bien y para mal, ha marcado de forma substancial el devenir de los seres humanos. Sin ella ni seríamos lo que somos ni estaríamos donde estamos. Desde el hacha de sílex hasta los actuales internet y teléfonos móviles, sin los que nuestra existencia parece hoy no tener sentido, muchos han sido los artilugios ideados y construidos por el hombre que han servido, unos para hacer más cómodo y amable el paso de los días, otros para infligir dolor y sufrimiento y complicar la vida hasta el absurdo. Pero no quiero hablar de obviedades sino de ejemplos concretos que puedan ilustrarlas, sobre todo de uno que me llama la atención por la capacidad que tiene de alterar nuestra personalidad.
A nadie se le escapa la mutación que la tierra y, sobre todo, las ciudades han sufrido a causa de los coches, motos, autobuses, etc., elementos técnicos que han propiciado que las distancias se acorten y se facilitan los desplazamientos. El mundo laboral no sería lo que es sin este invento. Las ciudades, concebidas como lugares comunes donde habitan los seres humanos, han visto transformada su fisonomía tradicional de forma importante por mor de estos artilugios rodantes que se han vuelto imprescindibles en nuestra vida cotidiana.
Me fijo sobre todo en ellos no sólo porque su mala utilización por parte de los humanos y por fallos diversos en sus mecanismos producen un porcentaje elevado de muertes todos los años en los países desarrollados, estadísticas que asumimos como algo normal que ya forma parte de nuestro día a día, sino porque tienen la rara habilidad de transformar el carácter de las personas, produciendo en ellas una violencia no habitual.
Encerrados en ese habitáculo móvil, aquellos que de suyo son pacíficos, quizás amparados por la seguridad del chasis que los aloja, quizás por el poder (es un objeto con el que se puede embestir y matar fácilmente) o la velocidad (puede salir corriendo si las cosas se ponen mal) que de él dimanan, el caso es que es fácil contemplar cómo se insulta, se despotrica, se alza la voz, se vilipendia y se ataca sin mesura desde que las puertas se cierran y se comienza a circular por las calles de las ciudades que en la actualidad parecen concebirse más bien para el tráfico rodado que para las personas.

viernes, 13 de agosto de 2010

EL MUSEO DE LA INOCENCIA

Leer a Orhan Pamuk es adentrarse en las calles y plazas de Estambul, oler la brisa del Bósforo, escuchar las sirenas de los barcos que navegan por sus aguas, contemplar los minaretes de las mezquitas, el abigarramiento de las casas, los edificios, los jardines y las gentes que se extienden por las riberas de dos mundos separados por el hombre y unidos por una ciudad.
Sus extrañas historias de amor recorren los barrios de Estambul: Nişantaşi, Karaköy, Beşiktaş (famoso gracias al fútbol), Kasimpaşa, Beyoğlu, Çukurcuma o Tophane; su mirada penetra en las callejuelas, en las tiendas, en las barberías y en los cines de una ciudad que hipnotiza y que parece estar eternamente suspendida entre Oriente y Occidente.
El Museo de la Inocencia no es sólo la historia de una pasión amorosa entre Füsun y Kemal y los objetos y que éste va obteniendo y atesorando de forma obsesiva para que suplan la ausencia de su amada, su perfume, su tacto, sus caricias; es también la descripción de un mundo que late entre el mar Negro y el de Mármara, el retrato de la sociedad estambulí del último cuarto del siglo XX, de la lucha entre el progreso y la tradición en un país en cuyas costas se levantaron ciudades (Mileto, Colofón, Efeso, Clazomene) en las que comenzó la aventura del pensamiento en Occidente.

LAGARTO


DÍAS DE VACACIONES


Después de unos días, pocos, entre la montaña, el mar y la lectura (es lo que tienen los lugares privilegiados: de todo) gracias a la amabilidad de Mabel y Fran, con los que hemos compartido cenas y tertulias en el frescor de la sierra malagueña, de nuevo me reencuentro con mis pequeños vicios tecnológicos (e-mails, blogs) y los lugares comunes que van perfilando nuestra biografía con su monótono compás, roto por los viajes o por lo imprevisto.
Estos días, que han pasado más raudos y veloces que el deseo, sirven para el reencuentro con amigos que vinieron y se quedaron por estas tierras del sur hace años. Sin embargo, por lejanía y un poco de pereza, todo hay que decirlo, no ha sido posible este año un reencuentro con todos (A Agustina no la hemos visto en estos días y con Javier La Beira e Isa hay una visita pendiente al Palo para el próximo año).
De ese lugar tranquilo en las estribaciones de la Sierra de Almijara nos despidió la última noche un viento terral que ha subido las temperaturas en la zona y ha roto por unos días el bienestar climático que en esta zona se respira.

domingo, 1 de agosto de 2010