miércoles, 4 de abril de 2012

AMNISTÍA FISCAL

En estos tiempos que nos ha tocado vivir, con sus brillos y sus nieblas, uno de deja de sorprenderse ante la desfachatez de la que algunos hacen gala. En tiempos como estos, donde la crisis que galopa, inventada, provocada, planeada o fingida, hace estragos entre los más débiles, entre los menos culpables, uno, repito, de deja de sorprenderse ante las propuestas de aquellos que gobiernan y que deberían velar, sobre todo, por la salud, la educación, los derechos, el reparto equitativo y solidario de la riqueza y el bienestar de los ciudadanos a los que gobiernan y por los que son elegidos, y no sacar de la chistera propuestas encaminadas a perpetuar las diferencias, las injusticias y la inquietud entre aquellos que ven como se evaporan sus derechos, sus libertades y sus esperanzas.

La amnistía fiscal que propone hoy el gobierno de España es un insulto a la ciudadanía, un despropósito perfectamente orquestado para legalizar el fraude y la corrupción, una vez más, y fomentar y consolidar la desigualdad entre las personas.

Una amnistía que ni siquiera merece el nombre de tal, porque no es más que un nuevo golpe de mano para fomentar el cinismo y la voracidad de los que no se conforman únicamente con poseerlo todo sino que, además, sólo están contentos y conformes cuando despojan a los demás de lo más imprescindible.

Sí, los tiempos están cambiando, pero no precisamente para mejorar; más bien estos tiempos parecen haberse conjurado con individuos sin escrúpulos para impedir que todos tengan acceso a los mismos derechos y oportunidades, para mostrarnos la imagen más terrible de la condición humana, aquella que se empecina en conseguir logros a base de considerar la humanidad entera como un medio para conseguir sus propósitos más canallas y lograr las ambiciones más egoístas, y no considerándola nunca como un fin al que deben supeditarse todos los demás fines y medios, si es que queremos realmente merecer el nombre de seres humanos.





3 comentarios:

ana dijo...

y usted que lo diga
demasiada metal y muy poca verguenza

Fran. dijo...

Sin ánimo de fomentar la violencia, pero a estos "desgobernantes" de pacotilla que tenemos,que no conocen la vergüenza y que se muestran sonrientes una y otra vez ante las cámaras, no digo yo que se le lancen zapatos al estilo "iraquí", pero unos tomatazos no estarían mal.

jpavedes dijo...

Lo más desesperante y triste es lo poco que podemos hacer los ciudadanos para impedir atropellos como estos, y en un sistema democrático. Este tipo de decisiones no deberían ser tomadas por los ejecutivos sin ningún control, aunque hayan ganado las elecciones con mayoría absoluta. deberían estar sujetos a la opinión de los ciudadanos.