viernes, 31 de agosto de 2012

ÁRCHEZ





Árchez es una pequeña localidad ubicada en el interior de la Axarquía en la que se hace patente la herencia árabe. No en vano este pueblo es uno de los que componen la denominada Ruta Mudéjar, junto a otros como Arenas, Canillas de Aceituno, Salares y Sedella, que guardan todavía ejemplos de arquitectura mudéjar, no sólo en su trazado urbanístico, sino también y, sobre todo, en los alminares que aún se conservan adosados a iglesias cristianas y que fueron construcciones realizadas entre los siglos X y XIV por aquellos que vivieron en estas tierras el tiempo suficiente para conocerlas y amarlas.
Los pueblos que forman parte de esta ruta mudéjar están situados en las faldas del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama y desde ellos puede contemplarse la cima desnuda del Pico de la Maroma, el punto más alto de la provincia de Málaga.
Árchez es uno de los pueblos más pequeños de esta comarca malagueña que se asienta en el valle del río Sayalonga o Algarrobo, y es considerado como la Joya Merinita del siglo XII.
El alminar mudéjar de Árchez es hoy la torre campanario de la iglesia de la localidad, pero en tiempos lo fue de una antigua mezquita almohade del siglo XIV, de la que sólo  se conserva en la actualidad este alminar de ladrillo rojo y de estructura cuadrada de unos 15 metros de altura, cuya decoración está realizada a base de rombos vegetales y abstractos, y que fue declarado Monumento Histórico-Artístico del Patrimonio Nacional en el año 1979 y está considerado como uno de los mejores ejemplos de arquitectura almohade que se conservan.
A la salida de Árchez, dirección Salares, se encuentra el bar restaurante denominado “El Curro”, donde se pueden degustar carnes asadas preparadas en las brasas por cocinera argentina: parrilladas, costillas de ternera o cerdo, chorizos criollos, morcillas, etc. El lugar es cómodo y está bien situado para hacer un alto en el recorrido, reponer fuerzas, conversar una botella de vino y admirar el paisaje de esta serranía bajo la sombra de un hermoso pino y embriagados por una suave brisa que mezcla sabiamente la serranía con el salitre.



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