martes, 9 de abril de 2013

LA DAMA DE HIERRO Y EL ÚLTIMO CUPLÉ







Cuenta Santiago Carrillo[1] que la última vez que vio a Manuel Fraga fue en un acto institucional con motivo del 33 aniversario de la Constitución. Ambos apostaron sobre quién abandonaría primero este mundo. Carrillo lo tenía claro: «Irás tú delante, Manolo, porque la derecha desgasta mucho. Y encima no fumas». Acertó: Fraga falleció el 15 de enero de 2012 y Carrillo el 18 de septiembre del mismo año.
Por ley de vida y poco a poco aquellos que fueron protagonistas de su tiempo van abandonando el lugar que habitaron y, de forma inexorable, pasan a engrosar la lista de los que se fueron. Nos dejan sus palabras, sus gestos, sus actos, sus memorias.
Hoy nos llega la noticia de dos personajes, esta vez mujeres, que también han marcado época y que se las recordará, sin duda, porque fueron de “armas tomar”, aunque una más en sentido figurado que la otra, pues Margaret Thatcher, la popularmente conocida como “Dama de Hierro”, que rigió los destinos de Gran Bretaña y posiblemente del mundo desde 1979 hasta 1990, y que fue responsable en alguna medida del ascenso de este capitalismo atroz y sin entrañas que ahora padecemos, no dudó en embarcarse en lo que se denominó “guerra de las Malvinas”, para defender la “territorialidad” del Reino Unido. La otra es Sara Montiel, conocida, entre otras cosas, por aquel “fumando espero”, tango sensual y alusivo con el que deleitó a los espectadores en El último cuplé en el ya lejano año de 1957, cuando en España comenzaba una cierta y tímida apertura del régimen dictatorial de Franco, cuya censura impidió que en la versión de este tango cantada por la manchega no se incluyera la estrofa que hace alusión al cigarrillo que se fumaba después del encuentro amoroso:

(…) Tras la batalla
en que el amor estalla,
un cigarrillo
es siempre un descansillo
y aunque parece
que el cuerpo languidece,
tras el cigarro crece
su fuerza, su vigor.

A ver si iba a tener el cigarrillo de entonces componentes afrodisíacos y de longevidad de los que no se era consciente. En lo que concierne a Santiago Carrillo, casi se podría afirmar que sí, dada la afición del dirigente comunista a la nicotina, que no impidió una larga trayectoria vital.





[1] CARRILLO, SANTIAGO: Mi testamento político. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. Barcelona, 2012. Pág. 205.

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