martes, 16 de febrero de 2010

ESQUIZOFRENIA NACIONAL

El diccionario define la esquizofrenia como una enfermedad mental que se caracteriza por una disociación específica de las funciones psíquicas. El origen griego de la palabra (σχίζειν, escindir, y θρέν, inteligencia), nos aclara su significado, que alude a la circunstancia en que la mente padece una separación de funciones, una ruptura, una discrepancia.
Fue cuando el referéndum sobre la entrada de España en la OTAN el primer gran momento que recuerdo de esquizofrenia nacional. Nada era lo que parecía. Los que habían sido anti otan (políticamente hablando) defendían el sí a la OTAN, con fuerte oposición, más o menos velada, entre sus propios correligionarios; los que tradicionalmente habían sido defensores de esta alianza, defendían la abstención, más o menos encubierta, e incluso algún tímido no. Los intereses partidistas y geopolíticos, la caza del voto y el deseo de entrar en Europa propiciaron el panorama de la confusión. La desavenencia nacional en aquel entonces produjo no pocas agrias discusiones, que el tiempo, como siempre, relegó al olvido y a la indiferencia.
Aunque ahora no se dan las mismas circunstancias, el tema de debate sí que produce cierta crispación, por la importancia que para el futuro de la colectividad tienen las decisiones que se tomen con respecto a la energía que consumimos y a los residuos que su uso provoca.
Es obvio que los ciudadanos tenemos a derecho a opinar en aquellas cuestiones que atañen más o menos directamente a nuestra existencia y a nuestro porvenir. Sin embargo, para emitir una opinión razonable es necesario poseer una información fidedigna, que debe ser aportada por aquellos que la poseen y, a ser posible, al margen de intereses electorales o partidistas.
Dicha información debe contener, a mi juicio, una lista de ventajas e inconvenientes a corto, medio y largo plazo, suficientemente explícita y consensuada por especialistas y entendidos en los temas sujetos a discusión y/o decisión, como para no provocar confusión en las futuras decisiones de la ciudadanía, y que ésta pueda decidir libre y conscientemente acerca de los mismos, conociendo los riesgos y los beneficios de tal decisión.
Proceder de otro modo, alentando las pasiones y los intereses, no provocará sino ambigüedad, divagaciones, ruido, ofuscaciones y disputas que nada aclaran y que sólo sirven para abonar decisiones que dejan heridas abiertas y la sensación en la ciudadanía de que ni pincha ni corta en las decisiones que le atañen y para las que no parece que interese que posea la información adecuada.

1 comentario:

Fran. dijo...

Mucho miedo intentaron meternos en el cuerpo si España no entraba en la Otan, y mucha campaña de "desinformación" a todos los niveles.