sábado, 19 de septiembre de 2009

STIEG LARSSON MURIÓ DE PARTO

STIEG LARSSON MURIÓ DE PARTO

Sin duda, Stieg Larsson murió de parto. Un parto de 2.100 páginas, más o menos, escritas en poco tiempo y con un extraño frenesí, como si supiese que no disfrutaría del beneficio de ese embarazo novelesco del que nació un periodista incorruptible y una hacker inverosímil.
Las parejas protagonistas han dado buenos resultados en la historia de la literatura y el cine. Como Sherlock Holmes y Dr. Watson, Robinson y Viernes, D. Quijote y Sancho o Batman y Robin, por citar ejemplos muy conocidos, Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist también trabajan, más o menos unidos, contra el mal, la corrupción, la tortura, la injusticia, el abuso, la crueldad y la mentira. Sin armas. La palabra y el ordenador son sus herramientas para desenmascarar a los criminales, a los corruptos, a los que torturan y abusan de los demás. El acierto de Larsson ha sido invertir los papeles y dar el protagonismo a una mujer. El siglo XX ha sido el siglo, entre otras cosas, de la irrupción de la mujer en el mundo de lo público reivindicando con razón y con “co-razón” la igualdad de derechos. Seguramente no es casualidad que esta heroína de principios del XXI haya nacido en un país nórdico y sea seguramente un resultado más de una lucha que está bastante lejos de concluir, pues las mujeres siguen siendo profanadas, esclavizadas, violentadas, maltratadas, secuestradas, oprimidas, asesinadas e ignoradas en todos lugares de un mundo bastante inhóspito para ellas.
Si la obra de Larsson contribuye a que los hombres que odian a las mujeres comiencen a darse cuenta de su error, habrá merecido la pena su lectura. Él, sin embargo, no ha podido disfrutar del éxito y del triunfo de sus criaturas, que han entrado ya por méritos suficientes en el fantástico mundo de los personajes literarios que pueblan nuestro imaginario colectivo.

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