viernes, 25 de diciembre de 2009

VINIERON DEL SUR





Vinieron del sur. Oscuros. Mojados por la sal de una difícil travesía. Empapados de cansancio. Llegaron huyendo del miedo, de la miseria, de la explotación, deslumbrados por las luces de neón de un norte de leyenda, mitificado en tantas noches de insomnio rumiando ese viaje hacia el paraíso. ¡Al norte! ¡Al norte! Se dormían con esa cantinela, que iluminaba sus sueños compartidos. Una y otra vez sus proyectos se orientaban hacia esa latitud que se encontraba en todos los rumores, en todas las miradas, en todos los proyectos, orientando sus quimeras y su porvenir.
Arriesgarían todos sus ahorros, robarían, estafarían, engañarían a sus amigos, empeñarían sus bienes y sus vidas (todo ello tan precario, tan escaso, tan frágil) con tal de conseguir un pasaje en esas frágiles chalupas de esperanza.
Sorteando los vientos, sufriendo el sol implacable y excesivo, soportando la lluvia o el frío, las olas y la calma, abrazados a su escasez y a su ilusión, luchando hasta que la luz apenas llega a sus pupilas; un día y otro más, sin fuerzas y al albur de la intemperie, agonizando acaso, pero murmurando sin cesar, hasta quedar sin habla y sin aliento, su sacra letanía: ¡al norte! ¡al norte!


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