domingo, 31 de julio de 2011

DECISIONES



Una columna de un periódico debe, a mi entender, conjugar la información o la reflexión con la amenidad, con el rigor, la crítica o la ironía en un espacio pequeño. No es fácil. Desde los jueves sociales del periódico Extremadura Pilar Galán cumple con estos requisitos y llama nuestra atención cada semana desde las más diversas perspectivas, lo que nos obliga a plantearnos ciertas dudas sobre los acontecimientos y el mundo que nos rodea y sobre aquellos que deciden y sobre lo que deciden. Por ejemplo, este jueves habla de la decisión del Instituto Cervantes de publicar una guía de comunicación no sexista, de inminente aparición.
Estoy de acuerdo con ella (con Pilar, no con la publicación) en que este puede ser un gasto realmente innecesario. Las transformaciones de las personas no se producen por el mero hecho de inventar nuevas palabras, de dulcificar y enmascarar el lenguaje de modo forzado y artificial para hacer de él exclusivamente un manual de lo políticamente correcto.
El lenguaje y el pensamiento son dos caras de una misma moneda que reflejan lo que somos. Esta imagen nuestra en el lenguaje se ha ido decantando y puliendo con los siglos de uso y abuso, con sus luces y sus sombras, y es difícil cambiar el ser de las cosas por el mero hecho de que de pronto empecemos a denominarlas de otra manera de modo oficial. Así solo conseguiremos adormecer nuestro sentido crítico, nuestra voluntad de cambio y progreso, al vernos rodeados de palabras blandas que nada significan ni ponen nada en tela de juicio.
Es la mente, lo que pensamos, lo que nos hacer ser lo que somos, la que debe transformarse poco a poco y, por lo tanto, cambiarnos en nuestro modo de plantear y concebir nuestras relaciones con los demás y con el lugar que habitamos. En paralelo, cambiará nuestro modo de expresarnos, en consonancia con otra actitud y otra forma de ver la realidad y a los que nos rodean. Pensar de otra manera también significará, a la hora de tomar decisiones, no recortar en lo imprescindible y alejarse de lo redundante y banal, que tantos disgustos nos ha dado en estos tiempos.



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