domingo, 11 de septiembre de 2011

RENTRÉE

Si fuera de origen anglosajón esta palabra posiblemente estaría ya admitida por el Diccionario de la Lengua Española, pero su origen francés la ha dejado un poco abandonada a su suerte. Con la rentrée parece que las cosas vuelven a sus cauces reglamentarios, a los estereotipos habituales después del paréntesis veraniego, que nos dispersa (ahora menos, o menos lejos) por la geografía del mundo. Con ella nos referimos a la vuelta o el regreso, o la apertura o reapertura de algo; por ejemplo, del curso escolar, que tantos problemas está dando como consecuencia de los recortes que, en este y en otros sectores, no dejan de multiplicarse y se anuncia que lo seguirán haciendo para contentar a avarientos e insaciables mercados que parecen no entender que con menos posibilidades económicas de la ciudadanía hay menos consumo; a menos consumo, menos ventas, claro, y a menos ventas, más problemas para aquellos que producen y no dan salida a sus productos. Las paradojas del capitalismo y la repetida historia de la estupidez humana, que es capaz de tropezar en las mismas piedras una y otra vez, lo que me lleva a preguntarme sobre la naturaleza y el sentido de nuestra capacidad de aprendizaje.

Para muchos el año comienza en septiembre (con o sin exámenes), a pesar de que la convención lo ha situado el noveno del calendario, y con él vuelven otra vez los buenos propósitos y las ganas de aprender o de coleccionar algo inducidos por la publicidad televisiva, que no deja de lanzarnos fascículos de todo tipo, ya sean colecciones de lo más variopinto, desde dedales a escarabajos, minerales o soldaditos de plomo, o cursos de idiomas que se abandonan a las pocas semanas de su inicio. Septiembre, que debería ser el mes de la calma y el sosiego pasados los rigores estivales, se convierte en el mes de las urgencias, del regreso a los ruidos, a los atascos y a las prisas (si alguna vez se abandonaron). Las ciudades vuelven a recuperar el pulso del stress, del apresuramiento y la impaciencia, que parece que son las señas de identidad que las hacen ser lo que son.




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