Una de las cosas que más me llamó la atención de las fotografías que nos llegaron por prensa, televisión e internet de las protestas y revueltas populares en Túnez y Egipto, y así lo comenté a amigos y compañeros con los que hablé del tema, fue la gran cantidad de mujeres que participaron en las mismas. Para mí fue sorprendente, novedoso y un signo de esperanza para el mundo árabe y, en general, para todos los que estamos convencidos de la bondad de que el mundo deje de discriminar sin sentido a la mitad de la población por prejuicios de todo tipo, fundamentalmente religiosos. Quizás esa participación femenina en los recientes sucesos de los países del Magreb sea el indicador definitivo de que estas revoluciones no van a tener marcha atrás. El acceso y la integración de pleno derecho de estas mujeres en las sociedades donde habitan será un suceso tan decisivo como lo fue en Occidente en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo XX.
La escritora egipcia Nawal el Saadawi muestra hoy, 8 de marzo, día de la mujer, un semblante alegre en la entrevista que le realiza Georgina Higueras en El País. En ella nos cuenta la gran importancia que ha tenido la revolución de Tahrir para la mujer, ya que por primera vez, dice, “las mujeres y los hombres de Egipto han sido iguales”.
Sin duda, queda sitio para la esperanza.
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