miércoles, 7 de octubre de 2009

LATIGAZOS POR LLEVAR PANTALONES EN SUDÁN


Las mujeres no lo han tenido fácil en un mundo de hombres que parece que ha tenido como uno de sus objetivos primordiales el castigo, la humillación y el desprecio constante de la mujeres, sobre todo de aquellas que no se sometían a las ridículas e incomprensibles normas vigentes en sociedades que parecían diseñadas para no contar nunca con ellas.
Lubna Husein es una mujer sudanesa, una más de una larga lista que ha luchado a lo largo de la historia para que se vean reconocidos sus derechos, una más que está luchando ahora por la igualdad de género y por la abolición del artículo 152 del código penal de su país, que se refiere a la vestimenta indecente y que prohíbe a las mujeres llevar pantalones bajo pena de latigazos.
Desde la distancia y la seguridad que da vivir en países que han superado (esperemos que para siempre) estas circunstancias anacrónicas e injustas, uno se puede preguntar qué hay de indecente o de pecaminoso en que una mujer use pantalones cuando lo estime oportuno o le dé la gana. Estamos ya tan acostumbrados a que esta prenda forme parte del guardarropa de las mujeres en nuestro entorno cultural que apenas si nos acordamos de los años 60, por ejemplo, cuando las primeras que empezaron a llevar pantalones, sobre todo en los pueblos pequeños, eran miradas con malos ojos, criticadas y tildadas de fulanas o de a saber qué en boca de las comadres de turno que no tenían nada mejor que hacer que sentarse al sol y esperar el paso de las víctimas. Hoy las comadres han sido sustituidas por los programas rosa de las televisiones, y la rumorología y la maledicencia han sido elevadas a categoría nacional de primer orden.
Por aquí, sin embargo, que yo sepa, no se propinaron latigazos a las atrevidas vanguardistas de aquellos años, pero las miradas que recibían y las críticas a las que eran sometidas causaban posiblemente tantos estragos en su corazón y en su ánimo como estos latigazos sudaneses.

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