lunes, 7 de diciembre de 2009

MUJERES CONTRA EL PODER


Cuando un ser humano está plenamente convencido de que defiende una causa justa, su jerarquía de valores puede dar un vuelco espectacular y un valor tan importante y de primera categoría como la vida, puede pasar a segundo plano. Probablemente seamos los únicos seres conocidos capaces de hacer esa inversión de valores y poner en peligro nuestra propia existencia y todo lo que conlleva por la defensa de otros principios (la libertad, los derechos humanos, la dignidad e igualdad de las personas, etc.) que consideramos coyunturalmente más importantes.
Aminetu Haidar, la líder saharaui en huelga de hambre en Lanzarote por la defensa de los derechos humanos, se ha convertido, pese a su fragilidad, en un nuevo símbolo contra la tiranía y el abuso de los poderosos. También Yoani Sánchez, utilizando las posibilidades de las nuevas tecnologías, ha puesto en jaque con su blog Generación Y a un régimen que asfixia los derechos de las personas e impide la libre circulación de las ideas contrarias a su modo de concebir la realidad.
Dos mujeres que se oponen con su blog y con su voluntad a férreas estructuras de poder obsoletas y arbitrarias que envejecen en sus propia sordidez y en la ceguera de sus dirigentes, más atentos a perpetuar lo que hay que a escuchar la voz y los deseos del pueblo sobre el que ejercen su poder.
¿Merece la pena que muera una mujer por un incomprensible y soberbio alarde de fuerza? Pues así será si nadie lo remedia, ya que Aminetu Haidar sigue con su huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote esperando la respuesta de un déspota investido de corona, y puede convertirse en cualquier momento en una nueva víctima de un régimen que parece más atento a aumentar la fortuna personal del monarca que a disminuir el hambre de su país o a pedir disculpas a una mujer saharaui.

2 comentarios:

DOMINGO - CÁCERES dijo...

No quito ni una coma de lo escrito sobre Aminetu Haidar; pero, en toda esta situación me hubiera gustado ver a Guillermo Toledo, Juan Diego Botto o Alberto San José, entre otros, encerrados en el Ayuntamiento de Hernani, o Mondragón, o Azpeitia, clamando por el fin de la violencia etarra. Me pareció una solidaridad cobarde, propia de luces de neón.

Joaquín Paredes Solís dijo...

Tienes razón. Pero creo que es una característica de los seres humanos juzgar diferente aquello que tenemos lejano y, por tanto, no nos afecta muy directamente, y aquello que, por cercanía, nubla nuestro juicio y nuestra percepción. Es difícil vencer, superar, esa subjetividad, lo que no nos exime del error de apreciación.