domingo, 7 de noviembre de 2010

APELLIDOS


Me ha sorprendido estos días leer y escuchar la noticia de que el apellido paterno ya no va a tener prioridad, lo que constituye, a mi entender, una buena noticia que constituye un paso más para la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
Me ha sorprendido, igualmente, la cantidad de comentarios contrarios a esta iniciativa, entre los que abundan los que dicen que todo está bien como está, que hay problemas más importantes en las qué pensar, que es lo que tradicionalmente se vienen haciendo y no hay por qué cambiar la tradición, etc.
Más terrible que la impotencia física, que te impide realizar lo que quieres, es la impotencia mental, verbal o argumentativa, que te dificulta la demostración de lo que para ti es un axioma tan evidente que ni siquiera necesitaría demostración.
Entre todas las opiniones que he encontrado, una de las que más se repite, tanto en comentarios a la noticia en internet como en conversaciones privadas, es la de que no es el mejor momento para impulsar esta iniciativa legal. Considero, sin embargo, que cualquier momento es el idóneo para avanzar, por mínimo que sea el paso, en la lucha por los derechos de las personas y en la tarea por la igualdad, no de hecho, sino de derecho, que es lo que realmente garantiza el avance.
Es probable que muchos pensaran que no era el momento idóneo cuando se aprobaron leyes para que la mujer pudiera tener el mismo derecho al voto que los hombres; supongo que tampoco les parecería a muchos el ahora más propicio cuando las legislaciones empezaron a contemplar que desde el punto de vista laboral, a igual trabajo debía corresponder igual salario, fueran los asalariados hombres o mujeres; también sería para muchos un mal momento el elegido para abolir la esclavitud, para dotar de iguales derechos a los negros y a los blancos, etc.
Los privilegios, estén mantenidos por la tradición o por el poder, no dejan de ser manchas que enturbian un mundo más justo y más equitativo y, al menos para mí, cualquier momento es el idóneo para dar un paso más con el propósito de abolirlos.

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