martes, 2 de noviembre de 2010

QUIZÁS MAÑANA

Quizás mañana Sakineh esté ya muerta.
Tal vez su cuerpo deje de ser al alba
el lugar donde una vida esté latiendo todavía
y se detenga para siempre apedreado
por las manos de la ira,
condenado por siniestras oleadas de rencor,
de sorda intransigencia,
de un odio inexplicable y milenario
que subsiste con su propia podredumbre
en el moho gutural
de sus lóbregas cavernas ancestrales
donde la luz apenas tiene sitio para alzar su melodía.

Y qué podemos hacer los que existimos
a millares de kilómetros del miedo
para parar las manos de la ira;
qué podemos hacer los que habitamos
en confortables horas de sosiego
para impedir que se consume ahora
este dislate de piedras sin sentido.

Qué podemos hacer sino enviar al aire,
desde esta lejanía y su impotencia,
las súplicas, los ruegos, las blasfemias,
la exigencia de vivir y sus derechos,
palabras y palabras y palabras
con la esperanza quizás de que mañana
Sakineh Ashtiani todavía
mantenga intacta la sangre y sus alientos.

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