lunes, 13 de diciembre de 2010

ENRIQUE MORENTE



Conocí a Enrique Morente hace ya más de 20 años, cuando vino a Cáceres a cantar en la sede que la Peña “Amigos del Flamenco” tenía en el bar Las mil y una noches, que regentaba Juan Corrales, en la Avenida de Hernán Cortés. Después de la actuación nos dieron las diez y la once y la doce y la una y las dos… en una larga conversación sobre flamenco entre él y Federico Vázquez, salpicada de trocitos de cante con los que Enrique sazonaba la tertulia en una madrugada hoy ya muy lejana. Los demás escuchábamos y procurábamos aprender.
Volví a verle, esta vez desde mucho más lejos, cuando actuó en el Auditorio de Cáceres acompañado de los Lagartija Nick. Fueron dos caras de un mismo Morente. Aficionado y discutidor el primero, conocedor del cante y sus entresijos, ameno y cercano. El segundo, ya convertido en personaje casi de leyenda, buscador incansable de novedades e innovaciones para un arte al que amó y dedicó una vida que, esta tarde, terminó.

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